(La que es de fuerte raiz)
Cómo describir las sensaciones que alumbraste en mi vivir, cuando me hiciste nacer papá.
Crecimos juntos entre pochoclos y pirulines, alegrías y llantos, con Aladinos, reyes leones
y momias.
Todavía puedo escucharte en la bici sin rueditas decirme que no te vaya a soltar, cuando
hacía rato que andabas por las tuyas sin notarlo.
Y después disfrutar las aventuras cuando, como dos colonos, explorabamos aquel Parque
que ibamos a conquistar, montados en nuestros caballos de hierro.
Suenan en mis oídos tus inolvidables recitales del living y el exquisito piano que baila hoy
bajo tus dedos.
Te atesoro en mi memoria y también en mi presente, donde te veo volár sola, con alas
desplegadas hacia nuevos mundos por descubrir.
Me reflejo en tus cumbres y en tus valles, en tu vocación y en tu fragilidad,
Celebro el amor que llegó a tu puerta y celebro verte feliz con él.
Orgulloso te veo luchar con pasión y entrega contra los fantasmas que atormentan las
almas de aquellos que buscan en tus palabras un poco de paz.
Ruego que lo Eterno te envuelva con su abrigo cada mañana, y con su cuidado te cobije cada noche
Feliz cumpleaños, hija querida