El peregrinar es caminar hacia un
destino incierto,
desafiado por una necesidad que no
comprendo, a la que me es imposible
resistir.
Peregrinar es abandonar la comodidad
del techo que me cobija, por lo
fascinante de lo absoluto que me
convoca.
Es estar habitado siempre por la
fragilidad del instante.
El camino del peregrino es muchas veces
dificil, pero una vez que lo pisas es
imposible dejarlo atrás.
Así, peregrino por un camino que me
eligió, para descubrir rutas que no
imaginé.
Recorrer lugares que no conocía y
aprender oraciones que no rezaba.
Balbucear idiomas que no entendía y
reflejarme en rostros que no me
espejaban.
Desde entonces lo atravieso sin
detenerme,
aunque a veces todo se vuelve oscuro
y cuesta recorrerlo, entre la niebla
de las dudas y la desesperanza.
Aún así persisto,
aún así me expongo,
aún así descubro.
Con ojos curiosos me asomo al horizonte
cada amanecer.
Cada nuevo día anhelo que lo sagrado
me encuentre.
Hasta entonces camino,
hasta entonces conozco,
hasta entonces espero.
Peregrino.